Nota 16: Sistemas jurídicos
Bélgica: A comienzos de junio de 1999, cerca de una docena de adolescentes en un colegio en Bélgica cayeron enfermos con síntomas similares: dolores de cabeza, mareos y molestias estomacales.
La enfermera de la escuela, intentando encontrar la causa del malestar, les preguntó qué habían ingerido. Hubo una sola cosa que todos tenían en común: habían bebido latas de Coca-Cola.
Los jóvenes, además, reportaron que la bebida tenía un olor raro.
Unos días más tarde ya eran cerca de un centenar los adolescentes enfermos en el norte del país, e incluso hubo algunos casos del otro lado de la frontera, en Francia. Todos habían enfermado después de tomar Coca-Cola.
La compañía inmediatamente retiró algunos de sus productos.
El gobierno belga, por su parte, abrió una línea telefónica para denunciar casos y comenzó una investigación. De forma preventiva, prohibió la venta de bebidas de Coca-Cola, incluyendo no solo esa gaseosa sino otras de la popular marca.
En Europa, Francia, Países Bajos y Luxemburgo también comenzaron a retirar esos refrescos de los estantes de supermercados.
Las autoridades belgas convocaron a un grupo de diez expertos para evaluar la situación. Ben Nemery, un toxicólogo de la Universidad de Lovaina, fue uno de ellos.
"Las evidencias no mostraban que hubiera un verdadero envenenamiento. Tras una reunión con los otros expertos concluimos que no se trataba de un caso serio de intoxicación", le contó a Claire Bowes del programa Witness de la BBC.
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